Logotipo de Shackleton

Validación de hipótesis

Como vemos en los gráficos, existe una gran diferencia entre el siglo XX y el siglo XXI. En efecto, vivimos tiempos de incertidumbre y baja predictibilidad y, en consecuencia, en entornos con un alto componente caótico. Nos guste o no, es así, y de uno u otro modo todos lo experimentamos en nuestro día a día.

Por eso, no podemos aplicar formas de pensar y metodologías que se basen en el siglo XX (caracterizado por mayores niveles de certeza y predictibilidad) porque eso nos llevará a cometer errores, en muchos casos importantes y/o muy costosos. Sería algo así como querer clavar clavos con una sierra. Sería absurdo, ¿verdad? Pues, aunque os pueda sonar exagerado, exactamente lo mismo ocurre en este caso. El siglo XX dio mucha importancia al Plan (con mayúsculas), que se basa en asumir que el pasado va a replicarse de modo más o menos similar en el futuro, que éxitos pasados garantizan éxitos futuros y que conocemos con certeza y podemos resolver los problemas de los clientes tal como lo hemos hecho hasta ahora. Pero… algo no encaja.

El siglo XXI se basa en que existen grandes dosis de incertidumbre en todos los ámbitos y, por supuesto y por definición, cada vez que desarrollamos proyectos que impliquen algún nivel de innovación y/o emprendimiento. En tiempos de falta de certezas como los que vivimos, una herramienta clave que debemos utilizar es la que denominamos “Validación de hipótesis y prototipos”.

Este concepto consiste en no dar por “supuesto” y “conocido” nada, y mucho menos los problemas del cliente o los planes que han funcionado en el pasado, asumiendo que van a seguir funcionando en el futuro. Y con mucho mayor motivo, cuando estamos trabajando con soluciones inciertas para problemas existentes o, incluso en algunos casos, problemas futuros o que los clientes no son del todo conscientes que tienen o podrían tener.

Para esto, necesitamos desechar prácticas tradicionales que no funcionan o no son lo suficientemente exitosas (las tradicionales “go-to-market” o “gestión de proyectos en cascada”, por ejemplo) y poner en marcha principios modernos que se adapten a contextos y entornos en constante cambio y evolución. Se trata de adecuarse a la incertidumbre y a los nuevos tiempos, poniendo en duda lo que ya se conoce previamente y reformular e intentar nuevas ideas para preparar un proyecto que garantice valor, calidad y mejora.

Esta metodología constituye un eje clave de aprendizaje y acción a lo largo de todo proceso de innovación, emprendimiento y/o intraemprendimiento.